viernes, 17 de diciembre de 2010

En El Borde

Era una noche de Luna nueva, tranquila, fría, como todas las noches de junio. La casa del embajador desbordaba, como siempre, de gente.
Esa noche no se festejaba el cumpleaños de ninguno de los presentes, ni la asunción de nadie al poder. Esa noche se celebraba un concierto privado que buscaba recaudar fondos para la fundación de Lourdes Miró.
La gran artista tenía, entre otras, una fundación que ayudaba a los niños abandonados de la ciudad.
La estrella de la fiesta, como de costumbre, era ella y esa noche aprovecharía para presentar su nueva creación, la obra que le había costado los últimos cinco años de su vida y que hoy por fin sería mostrada al mundo.

No faltaba nadie. Estaban los amores de Lourdes: su novio Jorge, su maestro de toda la vida y su hermana.
Criadas en una familia de artistas, las hermanas Miró, habían cosechado muchos éxitos a lo largo de sus vidas. Las dos llegaron a ser primer violín de la Orquesta de Hunter. La hermana de Lourdes llegó a ser primer violín antes que ella, a pesar de ser menor, pero luego de cuatro años de encabezar la orquesta le detectaron la enfermedad de Paget, que de la noche a la mañana deformó sus muñecas. Lourdes fue convocada para tomar el puesto de su hermana en la Orquesta.

Olivier Goutês, el profesor de Lourdes, llevaba un violín para agasajarla por El último vals la obra que presentaría esa noche.
Él sabía que ella subastaría el violín o lo donaría a otra fundación, pero de todos modos quería regalárselo. Lourdes nunca se queda con los regalos que le dan y menos si son violines. Ella conserva el único violín que ha tenido desde siempre. Su padre se lo dio a los siete años, cuando, siendo la más alta de su clase, su mano, con el brazo extendido, por fin pudo tocar la clavijera. Ese violín creció con ella y no lo cambiaría por nada. Olivier Goutês compartía con Lourdes muchos negocios y además compartían el gusto por componer. Habían creado muchas sonatas, operetas y valses, pero esta vez ella había compuesto sin él y no le había pedido ayuda ni en la etapa de corrección, así que la expectativa por la presentación era muy grande.

Jorge Pratt estaba con la artista desde hace diez años y compartían todo, menos el amor por la música. Él sentía que no podía competir con el violín. Discutían a menudo por el tiempo que ella dedicaba a su arte y por la falta de interés que ponía en los encuentros con él. Jorge la acompañaba a todas las ceremonias y a todos sus compromisos, estaba muy informado de los negocios y de las tareas en las fundaciones de Lourdes pero no soportaba que, en casa, ella le dedicara más tiempo a la música que a él.

Lourdes estaba en un cuarto apartado de la sala donde se llevaría a cabo la presentación. Decidió no comer con los invitados y arreglarse sin que nadie la vea.
Era su noche. Todo tenía que salir como ella lo soñó.
Después de maquillarse, y peinarse largo rato su rubia cabellera, tomó el violín, lo desenfundó y empezó a afinarlo. Luego lo dejó al lado del estuche y sacó del bolsillo una foto. En la foto se veía la espalda de un hombre que miraba hacia la orilla de un río, la contempló por un momento y sus ojos se llenaron de lágrimas, movió la cabeza como para olvidar y cogió nuevamente el violín, tocó las penta tónicas de sol, la escala que más le gustaba, y con su voz se acopló a las notas. La música vibraba en su cabeza, entre el aroma de jazmines. De pronto sintió un golpe en la nuca que la hizo caer.

En la sala principal, los invitados empezaban a alarmarse. Ya había pasado la hora programada para la presentación de Lourdes y ella no aparecía. Ninguno se animaba a acercarse al cuarto en el que sabían, se prepararía, porque ella misma solicitó que nadie la molestara, que llegada la hora saldría a tocar.
Hacia la medianoche, luego de esperar más de una hora a la artista, el embajador fue a buscarla y no encontró más que el violín roto en el suelo de la habitación.

La policía llegó inmediatamente. La seguridad de la residencia del embajador era tal que Lourdes no habría podido salir sin ser vista por alguno de los agentes. La policía buscó en los alrededores sin encontrar rastro de la artista.

A la mañana siguiente los diarios anunciaban la extraña desaparición de la música y el número ganador de la lotería que le daba a un único afortunado más de un millón de dólares, era la primera vez en mucho tiempo que el pozo mayor no se repartía.

Nino Rojas, aficionado a los juegos de azar, casi al borde del la ludopatía y detective retirado a la fuerza, por primera vez, en diez años compró el diario de la mañana. Solía pararse frente al quiosco y enterarse de los titulares mientras anotaba en una pequeña libreta (única señal de su antigua profesión) los números ganadores de la lotería, y seguir su camino al bar de siempre, para quedarse ahí y emborracharse hasta que lo botaran.

Seguía la misma rutina. Luego del desayuno salía con rumbo al quiosco de la esquina, para anotar los números de la lotería semanal o de las apuestas diarias, después iba al parque y dejaba pasar el día mirando a la gente seguir con sus vidas, o si estaba de buen humor, deambulaba hasta la hora del almuerzo, siempre con una botella de ron bajo el brazo. La noche lo encontraba todos los días en el bar de Carmen.
No esperaba nada. Vivía por vivir. Respiraba sólo por saber al día siguiente qué número había ganado y sí por fin se cumpliría su sueño de ser el afortunado. Y dado que nunca le tocaba la suerte, se adormecia con el alcohol.

Pero esta vez, poco le importó que el muchacho con el que se tropezó, la noche anterior en el tren, hubiera sido el único ganador de más de un millón de dólares.
Con el diario bajo el brazo se dirigió al bar a estudiar el caso como lo hubiera hecho en su época de gloria.

Los diarios siguieron la historia de la artista desaparecida hasta que la policía sentenció que había huido con un amante. No se les ocurrió otra cosa y la única explicación “buena” que pudieron formular fue esa. Nino Rojas decidió acercarse a la familia y ofrecer sus servicios dándose una oportunidad para demostrar que no era incompetente.

La hermana de Lourdes se encontraba en casa con Jorge. Él estaba cumpliendo el papel de la artista desaparecida, la cuidaba y la ayudaba en todo lo que no podía hacer con sus manos. En los años siguientes a la aparición de la enfermedad de su hermana, Lourdes se volvió casi una extensión de ella. Ahora que la violinista no estaba, Jorge se había ofrecido para acompañarla ya que ella no soportaba a las enfermeras.

La hermana de Lourdes no oyó ninguno de los argumentos que Nino Rojas le dio para empezar una investigación privada, ella decía que si la policía no pudo encontrarla, ni él ni nadie podrían, que deje las cosas como están, que si Lourdes se fue, seguro tendría sus razones. Por su lado Jorge Pratt trataba de convencerla de que tal vez sería buena idea que un detective siguiera el caso, pero no insistía lo suficiente como para mostrar convicción y ese día no llegaron a ningún acuerdo.

Rojas empezó su investigación, sin el consentimiento de la familia. Para él el caso se estaba volviendo un capricho, una prueba que forzaría su destreza. Quería demostrar que podía encontrar a Lourdes Miró con o sin vida, pero que la iba a encontrar. Para él era imposible que haya desaparecido sin dejar rastro y era muy extraño que la gente de su alrededor se conforme con una respuesta tan vaga por parte de la policía.

*

Comenzaba el mes de Setiembre y Nino Rojas seguía buscando pistas que lo lleven al paradero de Lourdes Miró. El detective mantenía contacto con ciertos agentes de la policía que le dieron toda la información necesaria para iniciar y mantener por dos meses su búsqueda.

Rojas consiguió entrevistarse con Olivier Goutês, cosa difícil dado que el Maestro se había vuelto un tipo muy ocupado luego de la desaparición de Lourdes. Goutês recibió al detective con muy buen humor y le agradeció por todo lo que estaba haciendo. La mejor manera de mostrar su gratitud fue pagandole todos los gatos que originen la búsqueda de su discípula y socia de toda la vida.

El violinista le contó que la noche de la fiesta él había estado conversando con la esposa del embajador casi toda la velada y que no vio a Lourdes desde la tarde, cuando la acompañó a comprar unas joyas para la presentación.
Le contó también que era imposible que Lourdes haya tenido un amante, porque su agenda se lo impedía y además su círculo de amistades era muy pequeño. Por la forma cariñosa en que el maestro hablaba de ella, Nino Rojas dedujo que le importaba mucho que Lourdes aparezca con vida, aunque seguía como sospechoso al quedar como dueño absoluto de los negocios de la artista. Por otro lado, otra sospechosa era la hermana de Lourdes que quedaba con toda la herencia y con todos los réditos provenientes de las obras de su hermana desaparecida.

Empezaba a hacer calor y Rojas decidió comprar un helado en la calle Ferdinand que queda junto a la Plaza de los Corrales donde los días sábados se presentan artistas callejeros y se monta un mercado ambulante.
Nino Rojas, helado en mano, empezó a deambular entre los puestos improvisados llenos de telas de colores y olor a incienso. Le llamó la atención un puesto que vendía discos antiguos. Se detuvo largo rato ojeando los discos que estaban dispuestos en una caja. Atrajo su mirado un compilado de Vals Musette y recordó que Lourdes iba a presentar su vals el día que desapareció.
Era sábado así que no podía ir al centro de registros a ver el estado de la obra.

Siguió caminando hasta que se chocó con un tipo que le sonrió y le lanzó un billete de cien dólares, Nino Rojas lo recogió y siguió al muchacho que rápidamente se confundió entre la multitud, dejando como único rastro caras confundidas de personas que no entendían por qué un desconocido le daba dinero. El detective trato de seguirlo por varias cuadras, hasta la estación central, donde el muchacho desapareció.

Nino Rojas, acariciando el billete, se quedó de pie frente al reloj de la estación pensando que necesitaba zapatos nuevos.

El lunes en la mañana el detective se presentó en la oficina de registros para buscar a Joao Pepe un brasileño que le debía favores. Joao logró encontrar los datos de El último vals, obra registrada por Lourdes Miró una semana antes de su desaparición.
Lourdes tenía registrada más de veinte obras; su hermana, solo tres. Ese dato llamó la atención de Nino Rojas: si su hermana se había pasado la vida escribiendo ¿cómo es posible que solo tenga registradas tres obras?

El detective intentó hablar nuevamente con la hermana de Lourdes, esta vez la encontró sola en la casa. Jorge había salido a comprar algunas herramientas para reparar un tubo de la cocina.
La hermana de Lourdes recibió a Rojas con una hermosa sonrisa y lo primero que hizo fue advertirle que tenga cuidado de cada uno de los pasos que daba, porque el agua de la cocina había llegado hasta la sala.

Rojas trató de conversar con la anciana de todo, menos de la desaparición de Lourdes. Poco a poco fue ganandose su confianza. Así logró saber que ellas habían sido muy unidas y que se querían mucho a pesar de que, según su hermana, Lourdes le había quitado su puesto en la Orquesta de Hunter y que además había tenido todo lo que siempre quiso, menos la dicha de interpretar El último vals. En este momento la hermana de Lourdes calló y su rostro se volvió cenizo perdiendo la alegría con la que antes había recibido al detective. La hermana de Lourdes empezó a mirarse las manos y maldijo el momento en que su cuerpo la obligó a dejar el violín.

- Lourdes es la mejor solo porque yo dejé de tocar. El último vals es mio. Yo lo cree y Jorge lo inspiró, Lourdes lo podía ejecutar, pero, ella sabe que sin nosotros nunca hubiera podido componer nada- dijo, mientras se levantaba para ir hacia una de las ventanas.

Cuando el detective logró encontrar una frase para seguir con la charla entró Jorge Pratt y colérico lo despidió gritándole que no podía irrumpir de esa manera en la casa de una anciana que no tiene cómo defenderse.

A la mañana siguiente llegó un paquete a la casa de Nino Rojas, de parte de la hermana de Lourdes. Envuelto buble pack, estaba el estuche del violín de Lourdes con el violín roto en su interior y un jazmín, con una nota que era apenas legible:
La espalda del asesino decía en el papel amarillento que parecía haber sido arrancado de la pared. Rojas revisó todo el estuche hasta que encontró una foto en la que se veía a un Hombre de espalda a la cámara, contemplando un río. “La espalda del asesino” decía la nota pero ¿quién era el hombre de la foto? y por qué “asesino” si el cuerpo de Lourdes no había sido encontrado. Al parecer la hermana sabía más de lo que decía.

*

Nino Rojas llegó al bar de siempre pero esta vez no tenía planeado emborracharse, esta vez iba a encontrarse con Gaspar, un oficial de la policía que dijo tener una pista sobre el caso de Lourdes Miró.
Gaspar le dio al detective un documento que fue separado del legajo de la investigación principal que realizó la policía, al momento de la desaparición de Lourdes, por no tener relación con el caso, según los agentes a cargo. El documento era una orden para que la hermana de Lourdes se realice un análisis de ADN ya que en la habitación de la residencia del embajador donde estaba Lourdes la noche en que desapareció, habían encontrado gotas de sangre que, al parecer pertenecían a la artista.
El documento había sido escondido porque la hermana de Lourdes se negó al examen y realizó una donación muy grande para que dejen el caso como estaba.
Las gotas de sangre iban de la silla que estaba frente al espejo hasta la puerta y se perdían en la alfombra que atravesaba el living de la residencia. La policía quería confirmar que la sangre era de Lourdes y que esta había salido de la casa con alguna herida, la hermana apoyó la conjetura sin realizar el examen. Al parecer Lourdes tropezó, rompió el violín y se lastimó con las astillas de la madera, luego se fugó. La policía creyó eso y la hermana de Lourdes insistió en que cerraran el caso.

Nino Rojas llegó a su casa y examinó el violín, cogió una lámpara de luz ultravioleta y la pasó por todos los trozos del violín. Como esperaba, no encontró nada. Pero faltaba una parte del violín, los trozos no estaban completos. Si Lourdes se hirió con el violín se llevó la parte que faltaba, o alguién la hizo desaparecer.

A la mañana siguiente Nino Rojas se presentó nuevamente en la casa de las hermanas Miró para conversar con la hermana de Lourdes sobre el violín y la nota que esta le había mandado.
La hermana de Lourdes ni siquiera salió a recibirlo y fue Jorge Pratt quien con una enorme sonrisa y la mayor amabilidad del mundo le ofreció un té con las respectivas disculpas de parte de la hermana de Lourdes. Le dijo que esa semana ella se había sentido muy mal y que no podía recibirlo. Pasaron a la cocina y Jorge calentó el agua y puso las tazas para el té. A lo lejos se escuchaban los gritos de la hermana de Lourdes que pedían que el detective se vaya, que no tenía nada que hacer en ese lugar.
Jorge se disculpó y dijo que el medicamento que estaba usando le ponía los nervios de punta, que ella no solía ser así.
Nino Rojas preguntó si las hermanas poseían alguna otra propiedad y Jorge Pratt le contó sobre la casa del río, donde ellos pasaban sus vacaciones. Le contó sobre las fiestas que realizaban en ese lugar y sobre la paz que se sentía ahí.
Muchas de las obras que compuso Lourdes fueron inspiradas en ese lugar.

Rojas se mostró muy interesado en ir a la casa del río y verificar si Lourdes no estaba allí, le explicó a Pratt que tal vez ella no se escapó sino que se tomó un respiro, por los nervios o por estrés y se retiró en la casa del río.
El novio de la violinista dijo que eso era imposible porque el primer lugar que revisó la hermana de Lourdes fue precisamente la casa del río. Y estaba igual como la dejaron la última vez que estuvieron allí, así que era tonto pensar que Lourdes estaba escondida en ese lugar, además las únicas que tenían llave de esa casa eran Lourdes y su hermana y no iba a ser buen momento para pedirle autorización para ir a inspeccionar.

A pesar de que temía lo que iba a pasar, el detective preguntó sobre las gotas de sangre que se encontraron en la habitación de la residencia del embajador. Vestida con un camisón verde de tul que caía livianamente sobre su cuerpo encogido, la hermana de Lourdes bajó las escaleras gritando y maldiciendo a Nino Rojas obligándolo a salir de la casa. Jorge Pratt pedía disculpas mientras llevaba al detective del brazo, hasta la puerta principal.
En la entrada de la casa Jorge se acercó a Rojas y le susurró “Para suerte del maestro, Lourdes desapareció”. El detective volteó e intentó preguntarle algo, pero solo vio a dos centímetros de su rostro la pintura negra, envejecida, de la enorme puerta de cedro de la casa de las hermanas Miró

Ya en la calle, Nino Rojas fue golpeado por un chico en bicicleta que venía hacia él y que no pudo advertir. El chico cayó y pidiendo disculpas ayudó al detective a levantarse, la mejor manera que encontró para pedir perdón por su torpeza fue regalarle la bicicleta azul con la que lo había atropellado y dos billetes de cien dólares, Nino Rojas no aceptó la oferta aduciendo que no le había hecho daño pero ya era muy tarde y el chico había desaparecido.
Con la bicicleta en el suelo, tocando la punta de sus zapatos nuevos y dos billetes de cien dólares que no recordaba haber recibido, Nino Rojas se dio cuenta que, a pesar de que insistió muchos años, su padre nunca le enseñó a andar en bicicleta.

*


Cuerda cuatro, dedo dos; cuerda tres, dedo uno; cuerda cuatro, dedo tres; cuerda tres, dedo dos y cuerda cuatro, dedo uno.

Las penta tónicas de sol, esos acordes con aire de música oriental llenaban el alma de Lourdes Miró. Aficionada al juego, tan cerca a la ludopatía como el hombre que ahora la buscaba, se pasó la vida entera apostando a los mismos seis números, que obtuvo de mezclar los dedos y cuerdas de las penta tónicas de sol. Todos los que la conocían, conocían su vicio y se lo permitían porque era Lourdes Miró, ¿quién le puede negar algo a Lourdes Miró?

Ella misma compraba el boleto de lotería y apostaba al 5 42 31 43 32 41. Era casi imposible que esos números, siendo tan cercanos, rueden en ese orden, por la bolillera y lleguen a la mano del presentador que cada fin de semana cantaba los seis números que se necesitaba tener en el boleto para volverse en el nuevo millonario. Pero después de casi cuarenta años apostando al mismo número las posibilidades de que por fin sean cantados por el presentador empezaban a ser un poco altas.
No había fin de semana que Lourdes Miró no tuviera en sus manos ese boleto con los números que la harían feliz.

Nunca compró el boleto por la plata que podría ganar, siempre lo compró por el gustó al azar, por la adrenalina que corría por su cuerpo cuando el presentador anunciaba un número cercano al que ella tenía y por la dulce angustia que tenía toda la semana y que se disipaba el día domingo y que volvía a enloquecerla el lunes por la mañana cuando compraba otra vez el 5 42 31 43 32 41.

Lourdes Miró encontró en su pequeño asistente un cómplice que se angustiaba y alegraba con ella cuando ganaba un boleto gratis por haber coincidido con dos números de los anunciados el domingo en la noche. Su asistente era tan fanático de ella como de la lotería y apostaba a un juego de números que, según él, era de buena suerte, pero en ninguna ocasión había logrado acertar, ni siquiera ganó un boleto gratis como Lourdes que había ganado muchos en todos los años que llevaba jugando.
El asistente tenía mala suerte, pero era muy buen asistente. Ayudaba y hacía todo lo que Lourdes necesitaba pasando desapercibido. Ella no necesitaba pedir nada, él ya sabía lo que precisaba y lo organizaba antes de que lo solicitase.
Era un ser etéreo, pasaba sin ser advertido.
A Lourdes le gustaba esta cualidad del asistente que no lograría de ninguna manera opacarla. Ella parecía llegar a todos los lugares sola, y nadie se percataba que a su lado siempre estuvo su fiel asistente.

*

El detective recibió un llamado de Olivier Goutês para hablar en su oficina sobre el caso de Lourdes.
Goutês enviaba semanalmente un cheque a Nino Rojas para financiar los gastos de la búsqueda de su alumna de toda la vida. El maestro tenía la certeza de que el asesino era Jorge Pratt y necesitaba que el detective lo confirme. Pero Rojas no podía hablar de asesinato ya que el cuerpo de Lourdes aún no había sido hallado.

En realidad, el día de la entrevista, Rojas no podía ni hablar.

Llegó tarde a la reunión y tambaleandose le explicó a Goutês que necesitaba más tiempo para ordenar las pistas y las evidencias.
Luego de reponerse de la sorpresa de ver a su detective completamente borracho, el maestro acompañó a Rojas hasta la puerta diciendole que se contactaría con él la siguiente semana. Camino a la salida Rojas perdió el equilibrió y dejó caer la carpeta que llevaba en sus manos.

Fotos y documentos quedaron esparcidos por la alfombra y el maestro inmediatamente se agachó para ayudar al detective que no podía coordinar sus movimientos.
El violinista tomó un par de fotos, en una se veía el violín de Lourdes roto y en la otra la espalda de un hombre mirando al rio.
Los dos amores de Lourdes – Dijo el maestro, mientras le entregaba las fotos a Rojas.
¿Los dos amores? - Preguntó a su vez el detective- ¿Usted conoce a este hombre?-
-¡Por supuesto!, es Jorge Pratt.

A Nino Rojas se le fue la borrachera, se levantó llevando la carpeta hasta el escritorio del maestro. Le pidió café.

Para el detective, Jorge Pratt no tenía motivos para deshacerse de Lourdes, pero el maestro creía que el novió de Lourdes no la soportaba y que estaba con ella solo por su dinero. “Pero en ese caso le convendría tenerla cerca y sobretodo viva para poder aprovecharse de ella”, pensó Nino.
Las ideas giraban en la cabeza de Nino Rojas entre el alcohol y el café. Decidió preguntar entonces por el jazmín que se veía al lado del violín roto. Quería saber si tenía algún significado para Lourdes.
El maestro le contó que a Lourdes no le gustaba ninguna flor en especial, pero que a su asistente le encantaban los jazmines. El se los llevaba aunque ella no se lo pidiera. Ella los aceptaba porque estimaba mucho a su asistente.

Nino Rojas le pidió al maestro más información sobre el asistente, tal vez él sabría qué le pasó a Lourdes.
El violinista no sabía nada del asistente, solo sabía que era un muchacho joven, en realidad no lo recordaba bien. Sabía que vestia siempre de negro, que le gustaban los jazmines y que adoraba a Lourdes. Ni siquiera recordaba si el día de la fiesta en la casa del embajador, el asistente estaba allí.

Nino Rojas salió de la oficina de Olivier Goutês, fue al bar de siempre y pidió una botella de vodka.
Estaba cansado de recibir pistas que no lo llevaban a ningún lado y estaba cansado de que no aparezca Lourdes Miró.

Por la televisión del local estaban pasando un programa de espectáculos en el que presentaban a un hombre que se había hecho famoso por donar dinero a todos las instituciones benéficas y a todos los que pasaban a su lado.
Era un hombre joven como cualquier otro que se había hecho millonario jugando a la lotería.
Nino Rojas deseó su suerte.

El hombre en la televisión contaba que se sentía muy feliz por la atención que le estaban prestando y decía que no merecía el premio que ganó y por eso quería repartirlo entre todos. Al terminar de hablar, la conductora del programa mencionó los nombres de las instituciones que habían recibido donaciones de parte de este tipo que, ni bien despareció de la pantalla, Rojas ya había olvidado su rostro. La mayoría de las instituciones eran las que Lourdes Miró fundó. Por costumbre y por acción del alcohol, el detective llamó a Gaspar y pidió todo la información que pudiera conseguir sobre el tipo de la lotería.

A la mañana siguiente Gaspar tenía datos del tipo ganador.
No era nadie. Ninguna persona lo recordaba, al parecer no tenía familia y la gente de la televisión había sufrido mucho para conseguir datos reales de él. Pero una persona de la fundación contra el cáncer que había recibido una donación recordaba que el tipo era el asistente de Lourdes Miró. Eso era lo único que pudieron saber.

El detective fue a la fundación a entrevistarse con la secretaría que dijo haber reconocido al tipo afortunado. Ella recordó que lo veía pasar vestido de negro y con un jazmín en la solapa, siempre al lado de la violinista y que él no le prestaba atención a nada que no sea Lourdes y sus necesidades. Dijo que era un joven muy guapo y educado que no volvió a ver desde la desaparición de Lourdes hasta el día en que, personalmente, se acercó a entregar la donación. Es un chico muy amable, muy amable, sentenció la secretaria que no pudo ocultar su admiración al buen corazón del hombre que cada día que pudo, la ignoró.

Nino Rojas fue al canal para pedir información sobre el paradero del afortunado. Como esperaba, esa información era confidencial. Gaspar tampoco la pudo conseguir.
El detective estaba seguro que el ganador tenía relación con el caso de Lourdes Miró, necesitaba encontrarlo y averiguar sus móviles. El asistente tenía que saber algo.

*

Luego de cuatro copas del vino más barato que pudo conseguir, Rojas se fue al quiosco que estaba en la esquina de su casa para comprar un boleto de lotería. Hace algunas semanas que había cambiado el vicio del juego por el vicio de la duda. Hoy se sentía con suerte.

Le pidió al que atendía el quiosco que le de una jugada al azar, pagó y cuando el señor le dio el boleto una brisa muy suave se interpuso entre las dos manos extendidas y uno dejó caer el boleto y el otro no lo llegó a sostener. El boleto voló hasta la esquina y Rojas solo atinó a correr detrás de él. El semáforo se detuvo y el detective vio cómo una mano recogía el boleto que le pertenecía. Se acercó rápidamente y la mano le entregó el papel.
Este es el boleto ganador, le dijo el tipo joven que recogió el boleto mientras le acercaba un billete de cien dólares. Nino Rojas comprendió que era el tipo que lo atropelló y el mismo que vio en el parque.

Usted es el tipo afortunado, le dijo. Déjeme invitarle un trago para festejar su suerte, ofreció. El tipo afortunado accedió y se fueron caminando al bar que Nino Rojas conocía de memoria.

Mientras caminaban, el detective debió hacer un esfuerzo impresionante para que su acompañante no se le perdiera. A pesar de que caminaban uno al lado del otro, el joven se mezclaba entre la multitud y por momentos desaparecía.

Al llegar Nino Rojas le preguntó sobre el boleto ganador de la lotería, el joven contó que le había llegado del cielo, que estuvo en el momento indicado y en el lugar indicado, que había jugado al mismo número toda su vida y que justo fue el ganador.
Nino Rojas preguntó cuáles eran esos números y el joven respondió: son números musicales. Están en cada violín.
Como el violín de Lourdes Miró. Pensó en voz alta Nino Rojas y su interlocutor se volvió pálido y empezó a parpadear aceleradamente.

El joven pidió perdón, se levantó y en su apuro dejó caer el vaso y dos billetes. Se volteó y tropezó con el mozo que se acercaba y que no advirtió los movimientos del pequeño asistente que terminó chocando con la puerta antes de poder salir del bar y desaparecer entre la gente de la calle.

Nino Rojas salió del bar y corrió sin rumbo, el asistente había desaparecido.
Se detuvo y sacó su libreta, pasó las páginas hasta encontrar lo que escribió la mañana siguiente a la desaparición de Lourdes: 5 42 31 43 32 41 leyó.

El detective encontró la pista que le faltaba al hablar con Olivier Goutês y enterarse que Lourdes Miró apostaba a las penta tónicas de sol.
Luego de una larga explicación el maestro le mostró en las cuerdas de un violín, las diferentes combinaciones de dedos y cuerdas que se podrían lograr improvisando con las penta tónicas. Nino Rojas le mostró el papel con los seis números de la lotería y el maestro confirmó que eran la combinación preferida de Lourdes y que el número cinco, para ella, era el de la suerte.

Nino Rojas se despidió del maestro y buscó a Gaspar, le explicó sus sospechas y le pidió que busquen y detengan al asistente de Lourdes Miró y que lo interroguen por el caso.

*

Mientras manejaba camino a la casa del río, Rojas comprendía que entrar en propiedad privada era un delito, y que ninguno de los familiares de Lourdes Miró se lo perdonaría. Pero no perdía nada, además si encontraba alguna otra pista, alguien se lo agradecería.

La casa era pequeña, modesta, si la comparaban con la otra propiedad que las hermanas Miró tenían en la ciudad. Era un edificio de una sola planta. Iba a ser fácil entrar porque la reja principal estaba sin seguro. El detective empujó la reja y recorrió la casa lentamente buscando otra puerta.
En la parte de atrás había una entrada oculta con macetas que daba a un sótano, forzó la portezuela y se adentró en la casa. Subió las escaleras hasta el primer piso. Pasó por la cocina y por una sala que en el fondo tenía cuatro puertas, una correspondía al baño. Registró cada uno de los dos cuartos sin encontrar absolutamente nada extraño. Entró a la última habitación y buscó en cada rincón y en cada armario.

La cama estaba tendida, en el jarrón transparente, que estaba sobre la mesa negra que aparentemente funcionaba como escritorio, había flores frescas. Eran Jazmines. El olor a flores impregnaba todo el cuarto y la limpieza era más notable ahí que en las otras habitaciones. Nino Rojas abrió el armario.

Vestida de gala, sentada en una banqueta con la cabeza de lado y su rubia cabellara recogida en una cola, Lourdes Miró encontró los ojos que la buscaron por medio año y que hasta ese momento esperaban encontrarla con vida.
Parecía que habían pasado horas desde que desapareció. El cuerpo inerte de Lourdes permanecía intacto como si la muerte no hubiera querido llevarsela.

El aroma a Jazmines se metió en el cerebro de Nino Rojas, lo adormeció hasta que se dió cuenta de que estaba frente a un cadaver.
Admiró la belleza de Lourdes, agradeció haberla encontrado y saber quién la mató. Agradeció no haber sido él.

El olor a Jazmines se volvió más intenso y él recordó que había almorzado mucho en la tarde. Contuvo el almuerzo hasta llegar al baño.

*
Lourdes Miro fue encontrada en el armario de su cuarto en la casa del río,con una herida en el brazo, un golpe en la nuca y el vestido negro con las joyas que se puso la noche de la presentación en la casa del embajador, hace seis meses.

Por quitarle el billete de la lotería, el asistente la habría golpeado, pero la frajilidad del cuerpo de Lourdes no soportó el golpe, cayó sobre el violín, este se rompió y lastimó su brazo. Murió sin dolor. Murió a penas el mazo tocó su nuca.

Nino Rojas decidió que no volvería a investigar nada. Que siempre es mejor no saber.
Estaba satisfecho con saber que el asistente permanecería en la carcel de por vida y que él ya no necesitaba del alcohol para olvidar.

Con un violín colgado de su hombro y el boleto con el número 5 42 31 43 32 41 que se jugaba el próximo domingo, Nino Rojas tocó la puerta de la casa de Olivier Goutês.
Era su primera clase y su primer día de su nueva vida



***

viernes, 30 de abril de 2010

Entrevista a Nicolás Correa




A Propósito de la 36° edición de la Feria Internacional del Libro que, como cada año, se realiza en la ciudad de Buenos Aires, tuve el agrado de conversar con Nicolás Correa, autor de Prisiones Terrestres, libro que forma parte de la colección "Solo Cuentos" de la Editorial de la Universidad de la Plata.

Prisiones Terrestres, su tercer libro, fue presentado el 29 de Marzo de 2010 en el Centro de la Cooperación y este domingo 2 de Mayo a las 20.30hs en la sala Villafañe de la Rural, tendremos la oportunidad de acompañar a los autores que forman parte de la colección en la presentación de sus obras en la Feria Internacional.

Fanático de Boca y sincero hasta más no poder, Nicolás Correa es uno de los jóvenes escritores argentinos que vale la pena seguir y no perder de vista.
¿Qué expectativas tienes sobre la presentación de tu libro en la Feria?

Básicamente, no tengo muchas expectativas.
Uno no escribe para llegar a la Feria del Libro. Sí, es una buena experiencia a vivir, es una buena etapa que está bueno conocer, pero para mi modo de ver la Literatura, no impone, ni implica ninguna situación extraordinaria.

La Feria del Libro es una instancia, a veces, hasta un compromiso al cual uno se ve obligado a acceder porque edita con un sello, entonces tiene que estar en la Feria del Libro.
No sé si es agradable o no, pero a mí me gustan las presentaciones de mis libros en la fecha inaugural, por ejemplo, mi último libro: Prisiones Terrestres, 29 de Marzo, en el Centro de la Cooperación. Para mí esa fue la presentación. Ahora, porque la editorial tiene una fecha en la Feria del Libro, tengo que ir a presentar en la Feria del Libro, pero para mí es exactamente lo mismo, presentarlo en la FLIA (Feria del Libro Independiente), o en la Feria de Ecuador. Es Exactamente lo mismo, no implica ni impone nada.

En todo caso si a algún escritor le interesa la Feria del Libro es por la posibilidad de venta y pasa por una impresión de mercado y no por una impresión literaria. A mí no me va a hacer ni más ni menos la Feria del Libro y no me va a significar ser un escritor que trabaja menos o más.
No me cambia en nada. No me modifica.

Es más, me estorba, porque en ese horario yo debo estar presentando 8.30pm y 8.15 empieza el partido Boca- Independiente que es un clásico que para mí es algo importante.
Igual, voy a llevar una radio y me pongo el auricular y si hay que gritar un gol, lo voy a gritar exactamente igual que en la cancha o en mi casa o donde esté.

Particularmente creo que la presentación va a ser extensa y densa, cosa que a mi me va a aburrir muchísimo, entonces seguramente no voy a hablar de mi libro y hable de alguna otra cosa u hecho que me guste o me apasione o me atraiga más que una presentación con ocho escritores hablando de sus cuentos.
Por suerte no voy a hablar de mis cuentos. ¡Desde ya!
¿Qué relación hay entre Made in China, Engranajes de Sangre y Prisiones Terrestres?

Made in China es el libro inaugural sobre cosas que a mí me atraían de los orientales o más que nada, personajes que tenían que ver con el medio oriental, lugares habitados por chinos, coreanos, japoneses, más que nada: chinos. Mi tacto es con el chino.

Engranajes de Sangre, cambia todo su panorama. Es casi atemporal con respecto a nosotros, porque está contextualizado en un pasado lejano del cual no se precisa el tiempo.

Engranajes de Sangre es el inicio de una saga de relatos sobre un personaje en particular que es Rosas Gamarra y sobre toda la familia Gamarra que es lo que se disemina en Prisiones Terrestres y parece potenciado. Eso sirve de lazo entre el segundo libro, que es Engranajes de Sangre, y el tercero, que es Prisiones Terrestres.

A su vez hay una novela que se llama Oeste y ahí se habla de la vida de un Gamarra.
Es una familia o una estirpe, por decirlo así, que a mí me interesó.
Estos personajes fueron apareciendo y a mí me pareció muy cómodo trabajarlos y me resultaba muy orgánico poder trabajar con cada uno de ellos, entonces a partir de episodios, situaciones, relatos que fueron llegando, también fueron apareciendo estos personajes y cada uno fue ocupando su lugar.
Nunca pensé que el mismo personaje se iba a repetir en dos libros, sino, que se fue dando una situación, tratando siempre que sea orgánica y de no forzar a ninguno de los personajes a vivir situaciones extrañas a ellos.

Básicamente Prisiones Terrestres viene a conciliar la primera parte de Made in China.
A terminar un trabajo con Made in China, algo que había hecho y que sentía que tenía una cuenta pendiente con lo oriental y lo traté de redondear en dos relatos (aunque quedaron muchos más relatos afuera) en este libro que es Prisiones Terrestres donde está "Made in China II" y "Geometría de lo Terrestre", que es donde están los relatos de Rosas Gamarra y tiene más que ver con Engranajes de Sangre, diríamos, si es que hay una relación 1 a 1.

Pero igual, sigue habiendo un marco de referencia bastante citado en cuanto a esoterismo y algunas cosas que traté de mezclarlas y tratar de hacer un engranaje porque para mí la literatura pasa por un juego y encontrar ese ludos es encontrar una puerta a la creación.
¿Estás trabajando en otro proyecto?

Sí. Ahora estoy en proceso de limpiar una novela que se llama Esta noche bailas solo, un policial más, diríamos.

Y algo que se viene retrasando demasiado, es la publicación de Oeste que es la novela donde Víctor Rosas Gamarra, el personaje, tiene algunas trapisondas ubicadas geográficamente en el oeste de Buenos Aires (Morón, San Miguel, Hurlingham).
Espero que salga Oeste, espero con muchas ansias que salga, de una vez por todas, Oeste y tengo en proyecto una novela en relación con el estatuto del Peón del ‘44, edicto promulgado por el General Perón, donde también habría un Gamarra en todo ese ambiente que se estaba fermentando allá por el ’44.
Obviamente no soy peronista ni nada por el estilo, pero sí me interesó el asunto y creo que a mis personajes les puede servir mucho ese contexto.

Así que por el tema “proyectos” tengo suficiente.

El día que nada me asombre, no voy a escribir más.


DILS

jueves, 19 de noviembre de 2009

Encontros y despedidas

Mande notícias do mundo de lá
Diz quem fica
Me dê um abraço, venha me apertar
Tô chegando
Coisa que gosto é poder partir
Sem ter planos
Melhor ainda é poder voltar
Quando quero

Todos os dias é um vai-e-vem
A vida se repete na estação
Tem gente que chega pra ficar
Tem gente que vai pra nunca mais
Tem gente que vem e quer voltar
Tem gente que vai e quer ficar
Tem gente que veio só olhar
Tem gente a sorrir e a chorar
E assim, chegar e partir

São só dois lados
Da mesma viagem
O trem que chega
É o mesmo trem da partida
A hora do encontro
É também de despedida
A plataforma dessa estação
É a vida desse meu lugar
É a vida desse meu lugar
É a vida




copuesto por: M. Nascimento E F. Brant

Proceso de escritura de : todos, ciegos


Para empezar quiero explicar el Título de este ensayo; es honor a la argentinidad de Edie, una porteñita hermosa de 5 años que me pide que le de (¡por favor!) todos snupies y me cuenta que a su fiesta vendrán todas amigas del colegio. Entonces pensé que lo que resumía mejor el ensayo era que todos, ciegos (con un somos escondido en la coma).


El tema del ensayo se me presentó cuando iba por la mitad el libro de Janichiro Tanizaki, por la página 23 para ser exacta. Este libro llegó a mis manos gracias a mi maestra Julie Weisz y me permitió encontrar mi luz. El elogio de la sombra trata de eso, de encontrar la luz y la no luz que armen un clima especial que vaya acorde con lo que sentimos o que nos ayuden a formar sensaciones en los ambientes que habitamos. Lo que me sorprendió es que al autor le encanta la oscuridad, entiende a la sombra como no luz y eso me llevó a pensar en el no ver.


Recordé lo maravillada, casi aterrada que quedé después de leer el libro de Saramago, Ensayo sobre la ceguera y que a pesar del miedo que me provocaba recordar las escenas que me formé en la cabeza mientras leía el libro, años después pagué una entrada para ver esas mismas escenas en el film Ceguera de Fernando Meirelles. Y lo peor es que me gustó la película porque “lo hicieron tal cómo yo lo pensé” confirmando mi miedo morboso y luego a pedido de Maggie, leí el informe sobre ciegos que figura en el libro de Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas.


Juntando eso empecé a escribir a partir de lo que para mí significa la ceguera: que en realidad todos estamos ciegos, en cierta medida y que por eso nos sentimos atraídos al tema de los ciegos. Cosa que confirmé cuando le di el ensayo a Mónica Prado y me dijo que mientras lo leía, sintió que cada párrafo la absorbía y quería saber qué seguía, qué decía después. Queremos saber, queremos ver…


Me gustó lo de la digresión, suelo divagar cuando hablo, así que me pareció un camino fácil, pero luego me di cuenta de que no divagaba tanto como creía porque siempre me mantenía en la línea de la ceguera y al final lo que empezó como un tema principal (la luz y la sombra) se volvió solo un pretexto.


Otra aclaración: lo de los monstruos también se lo debo a Edie, que mantiene en su cuarto un Spoka Rojo que nunca apaga ya que según ella: “todos mostios se alejan cuando hay luz”

Todos, ciegos.




Por Débora Lara Salvatierra*

“¡Ve extraño, acude a las Ninfas, toma sus armas y hazte invisible, eso no te ayudará.
Mi hermana helará el aliento en tu garganta!
¡Allá va hermana, se acerca!”


-Del mito griego Preseo y la Gorgona-


Muchos se sienten atraídos morbosamente hacia el mundo de los ciegos, como Fernando Vidal Olmos[1], que en su delirio convirtió a los ciegos en monstruos pertenecientes a una secta que controlaba el mundo, o como los personajes de Saramago, que empezaron a perder la vista luego de estar cerca del primer ciego, el cual desató una epidemia, en la que todo el mundo quedó en tinieblas blancas. Las historias sobre estos personajes son muy comunes y en la literatura hay otras tantas que no he leído o que están por escribirse.

Confieso la intriga que me provocan estos seres que poseen cualidades que, los que tenemos -aparentemente- todos los sentidos, no podemos llegar a desarrollar.

Confieso también que temo dejar de ver, como en la epidemia de Saramago, por eso trato de no acercarme a los ciegos, por si acaso, no me gustaría darme cuenta de que en realidad todos somos ciegos, en cierta medida.

No queremos dejar de ver, necesitamos estabilidad, referencia, conocer, sabemos que las cosas existen porque las vemos, y luego las tocamos, los ojos son nuestra mejor herramienta para conocer el mundo. Luego de cada viaje mostramos las fotos que sacamos, los tickets de los museos a los que fuimos y todos los pequeños recuerdos que traemos con nosotros, únicos comprobantes de nuestra travesía, el signo icónico o indicial que corrobora nuestros relatos, nuestras anécdotas, si está en fotos es porque realmente pasó, no cabe duda de que estuvimos en Madrid y si vemos la fecha en la foto mejor, no hay lugar a réplica. Nuestros ojos nos muestran el mundo, tal como es.

Pero ¿qué pasaría si nuestros ojos, nuestros mejores compañeros de viaje nos abandonan? Y peor ¿Si no son sinceros con nosotros? ¿Si nos ocultan lo que les pasa…?
¿Podríamos confiar “ciegamente” en un sentido atrofiado, en un sentido que nos muestra ciertas partes de la realidad?
Pero ¿a qué le tenemos miedo?, ¿por qué no queremos dejar de ver?

El libro de Janichiro Tanizaki, El elogio de la Sombra, no solo enaltece a la sombra (que a mi entender es el contraste que brinda la luz al chocar con un objeto) sino que elogia la oscuridad total, esa “oscuridad densa de color uniforme, sobre la que rebota, como sobre un muro negro, la luz indecisa del candelabro, incapaz de reducir su espesura… me pareció que iban a meterse en mis ojos (las tinieblas) y, a pesar mío, parpadee[2] ”. Pareciera que la negrura de la sombra le da un encanto natural a las cosas, como si para los orientales, a los que refiere el libro, la luz fuera un obstáculo a los ojos, algo que no los deja ver.
¿Se ve mejor sin luz? ¿Todo es más bello en la penumbra?

No poder saber qué hay al otro lado o en el interior de esa densa oscuridad, tenemos miedo de chocar o de tocar algún monstruo que de pequeños no nos dejaba dormir o que permitía a nuestras madres tener la satisfacción de ver cómo tomábamos su horrenda sopa.
Si no podemos ver, podemos caer por la falta de referencia que tendría nuestro cerebro. Vacío, le tenemos miedo al vacío y a lo no conocido, no queremos ir por el mundo con los brazos abiertos y tener miedo de dar el siguiente paso, no queremos arrastrar los pies, tantear, hacernos daño, suficientes cosas desconocemos como para tener la carga de no saber por dónde vamos, no poder ver el camino.

De pequeña odié el juego de la gallina ciega, luego de las veinte vueltas con los ojos vendados, buscar a mis amigos con los brazos extendidos teniendo como referencia sus voces que me llamaban en todas direcciones, me sentía tan sola, tan desorientada, hasta que uno me tocaba y yo no podía atraparlo, se me escabullían, otra vez la soledad. Será que la oscuridad nos deja solos con nosotros mismos y qué peor situación la de quedarse con alguien a quien se conoce tanto y tan bien…

La oscuridad despierta a los peores monstruos que están dentro de nosotros, nuestros temores, nuestras iras, nuestra verdadera personalidad que bajo la luz se vuelve bella y que en la oscuridad nos es insoportable. No por gusto las paredes de los manicomios son blancas…
Cuando estamos a oscuras aparecen las hermanas de Medusa, las horribles Grayas que se pelean por tener aunque sea por un momento en su poder, el único ojo que poseen las tres, hasta los monstruos desean ver, hasta las Grayas se sienten solas y perdidas si no ven más allá de su ser, más allá de su espantoso ser.

Pero en realidad le tememos a algo que está muy dentro de nosotros, algo con lo que convivimos, todos somos ciegos, nuestros ojos no ven todo el tiempo, le tememos a nuestra propia oscuridad. El responsable de esta ceguera es el nervio óptico que en el punto donde nace no tiene células sensibles a la luz lo que crea el punto ciego, pero nuestro cerebro suple la información faltante con lo que ve el otro ojo, así vemos “por intervalos” tan rápidos que no nos percatamos de nuestra ceguera.

Con esa precaria visión nos enfrentamos a “esa especie de sombra que es la realidad que nos rodea” y nos damos cuenta que no todos vemos lo mismo y que no todos vemos: hay cosas que se nos escapan, hay realidades que no conocemos y no lograremos percibir nunca con nuestros propios ojos. Estamos inmersos en este mundo donde todo es como un gran punto ciego y donde, hagamos lo que hagamos, no veremos nada como realmente es.


*La autora es estudiante de Comunicación
en la Universidad de Buenos Aires.


[1] Personaje del Libro Sobre Héroes y Tumbas de Ernesto Sábato.
[2] Pag 23 y 24

martes, 18 de agosto de 2009

Lembranças



Hace una semana vengo pensando qué le gustaría para este año a Amara. Concentrado en eso pasé todo mi viaje a Lyon con los ojos hinchados de tanto tragar imágenes, objetos, sueños o sensaciones que pudiera llevar conmigo a mi regreso y ofrecérselos para alegrar su alma. Viajo cada año para conseguir nueva mercadería, tengo proveedores en , Valencia, Ámsterdam , La Massana y otras ciudades a las que voy cada cierto tiempo, dependiendo de los pedidos que me hagan o de las novedades que consigan mis socios en esas ciudades. Me quedé una semana en Francia, ahora estoy en la Auo Estrada do Norte que me llevará a Lisboa donde tengo mi campamento fijo, si se puede decir fijo ya que todos viajamos buscando otros rumbos o buscando otros mercados, pero siempre volvemos a Alenquer, sobre todo en esta época del año.


Cansado, sin lágrimas y sin corazón recorro una vez más, el camino que me lleva al río Tajo donde me encontraré con Amara. Decidí llevarle un girasol, que representa la adoración que aún le tengo.


Aunque llegué temprano, la fiesta parece ya estar lista. El atardecer es maravilloso, hace un poco de frío pero no importa ahora, hay fríos que son más difíciles de soportar. Vine al Tajo para asistir a la Ceremonia del Río donde cada año, cada 8 de abril, todos los gitanos nos reunimos para festejar nuestro día y para homenajear a nuestros seres queridos que ya no están. La Ceremonia del Río es una celebración que se realiza en todo el mundo. El río representa la historia gitana: un pueblo sin patria que fluye entre diferentes países sin miedo a las fronteras. La ceremonia empieza con una serie de discursos a cargo de los gitanos mayores y luego bailamos y cantamos disfrutando de la vida y de la libertad, luego lanzamos nuestras ofrendas al río y la fiesta sigue en casa.


Gelem, gelem lungone dromensarmaladilem baxtale RromençarA Rromalen kotar tumen avenE chaxrençar bokhale chavençar
A Rromalen, A chavalen
Anduve, anduve por largos caminosEncontré afortunados romàAy romà ¿de dónde veníscon las tiendas y los niños hambrientos?¡Ay romà, ay muchachos!


Teníamos diecinueve años cuando nos juntamos, tuve que raptarla porque sus padres no consintieron nuestra unión. Elegimos separarnos del clan ya que si aparecíamos de nuevo en el campamento Amara sufriría mucho por la falta a su honra, su familia la negaría y no nos pareció justo pasar malos momentos por algo tan puro como nuestro amor.

Emprendimos el viaje a Düsseldorf, sin pensar que ese sería el peor viaje de nuestras vidas. Al llegar a Eller nos percatamos de la hostilidad alemana, comenzaba el año 1933 y logramos entrar al territorio donde nos encontraríamos con un amigo de la infancia, Josué, con el que habíamos pasado muchos años en Villa Presépio[1], donde nacimos. Chegamos para a Alemanía no momento preciso que o terrivle començou, foi no momento que començou que fuimos levados pelo terrivle.


En febrero empezaron a negarnos los derechos civiles y a tratarnos peor que animales por el simple hecho de tener sangre gitana. Los alemanes nos veían como amenaza para su pureza racial, sin darse cuenta que nosotros nunca nos mezclaríamos con Gadjés[2] y que no podríamos amenazar con nuestras costumbres a ninguna raza, pero, ¿qué raza?, todos somos parte del mundo, el mundo nos pertenece por igual solo que los gitanos preferimos no formar parte del reparto de tierras ya que nuestra tierra, nuestro territorio es el mundo, nuestro hogar es el camino.


Su cabello era negro, completamente negro. Empezó a usar un dikló para cubrírselo luego de nuestra boda en Alemania, las mujeres casadas deben envolverse la cabeza con un pañuelo para que todos sepan su condición de mujer comprometida, y ella lo llevó siempre con orgullo. Sus ojos, negros como el ébano; sus manos, muy pequeñas, al igual que sus pies, su asombro no conocía límites, miraba todo como si fuese la primera vez que lo veía y contemplaba todo con tanto amor, desde una hoja tirada en la vera hasta un colibrí sobre una cerca, ela tinha o dom de respirar libremente, conseguia que todo fosse mágico, conseguia que todo valesse a pena.


Nuestra boda fue hermosa, con cuatro invitados y sin dote, con pocas joyas, vestidos de blanco y sin las tres rosas, es que no hacía falta demostrar la pureza de Amara y además no teníamos ajuntaora que diera fe de la veracidad de la sábana blanca, así que no hubo ni navaja, ni rosas. Josué ofició como testigo y nos unimos bajo nuestras propias reglas, Josué y su esposa nos colocaron en las rodillas pedazos de pan y sal para la felicidad y luego empezó la fiesta, invitamos a todos los que pudimos, aunque fueran gitanos no conocidos y como en las épocas de juventud en Alenquer, cuando cualquier ocasión era buena para festejar, sacamos los violines, los lauds y los panderos y bailamos hasta el amanecer.


No tenía talento para las artes adivinatorias, pero, por Santa Sara! como bailaba!


Amara y yo hacíamos buena pareja, llevaba el ritmo junto a mi violín como si fuera parte de él, a veces me parecía que no era yo el que lo hacía sonar, sino las caderas de Amara que le ordenaban qué hacer, era lo más cerca que estuve en mi vida de presenciar Magia real.
M´ra shtrako hin duy malla
Mange pera, vodjyi cavlya;
Kamaviben te piben
Taysa hin bashapen…[3]


Cuando llegamos a Alemania Josué nos advirtió del creciente rechazo a los gitanos, pero en casi todos los pueblos por donde pasamos el rechazo era evidente, hasta hoy nos consideran diabólicos por nuestras destrezas físicas y porque nuestras mujeres leen la buenaventura las llaman brujas y nos creen peligrosos por algunos gitanos que no nos honran dejándose llevar por la vida fácil, claro que hay algunos pueblos que están acostumbrados a nosotros, nos dan un lugar para acampar y visitan nuestras ferias, allí vendemos las novedades que traemos de otros pueblos y demostramos nuestros bailes, nuestra música y divertimos a la gente, les hacemos pasar un buen rato con nuestros juegos y las demostraciones de destreza y fuerza que realizan los jóvenes, comerciamos con los Gadjé; aunque nos miran con curiosidad se relacionan con nosotros como iguales. Pero en Alemania no.


Cuando llegamos nos prohibieron el libre tránsito y nos quedamos en la casa de Josué, hace un tiempo él consiguió una casa y se apropió de ella ya que aparentemente respetaban más a los gitanos establecidos y no errantes. Amara y yo éramos errantes, tuvimos que acostumbrarnos a estar en una casa, encerrados sin poder ir a un bar a trabajar, tocando el violín y bailando para la gente, o a divertirnos, tampoco podíamos ir a comerciar a la plaza, no podíamos hacer nada porque este tipo de Gadjé era peor que los demás, no nos querían cerca pero nos dejaban entrar a su país. Luego de unos meses, en los que ya sabíamos por dónde caminar para que no nos agredieran, empezaron a pasar grupos de militares tomando registro de nuestros nombres y nuestro domicilio, entonces decidimos salir, seguir el camino, buscar otro sitio donde vivir, pero fue imposible. No permitieron que ninguno salga y en la frontera nos encerraron por una semana en la que me golpearon y me marcaron con un fierro al rojo vivo en la pierna, mientras gritaban: “Der teufe, schmutzig zingeuner![4]”.


A Amara no la vi hasta que nos soltaron, tenía un corte profundo en su vientre, su silencio resumió todo.


Regresamos a Eller y nos volvimos a refugiar en la casa de Josué y su familia.


La ceremonia empezará a las seis de la tarde y va a tocar Pere Pubill Calaf, este año prometió venir al Tajo aunque él es de Cataluña, pero como buen gitano, al final el lugar no importa, la ceremonia es la misma, el sentimiento no cambia. Nos va a regalar su gran Flamenco, mezcla de música turca, árabe y gitana. También va a venir Ramón el Portugués al que no veo desde 1970, cuando fui a Madrid y visité el tablao “Torres Bermejas” que con su decoración repleta de colores cálidos, cortinas y arcos en las paredes, remite a Alhambra. Van a ser 10 años, 40 que no veo a Amara.


La “ley para la prevención de la herencia genéticamente deficiente” también fue aplicada a los judíos, pero empezaron con nosotros, no sé si a modo de experimento (para que no falle) o porque nos veían más peligrosos… “genéticamente” hablando…


Ellos sabían que es muy difícil no enamorarse de una mujer gitana, su hermosura es universal, y aunque algunos digan que son hechiceras, lo cierto es que la pureza trasciende cualquier rasgo. La mujer gitana te enamora con una mirada, con un movimiento de cadera o con su jabe[5] que es irresistible.


Había que aplicar “medidas” para controlar la pasión, lo mejor para ellos era intervenir su vientre, sacarle del cuerpo la capacidad de reproducirse, quitarnos las entrañas lastimando a nuestras mujeres. No hay peor agravio para nosotros que herir a nuestras mujeres y ellos lo hicieron, ellos nos cortaron un pedazo del alma.


Solo mediante el Fado logro resumir el dolor que siento desde que perdí a Amara. Ahora, que ya terminaron los discursos, canta Amália Rodrigues, y su voz cala mi alma, no lloro porque ya no tengo lágrimas, las perdí hace 40 años, y ya no me importa no poder llorar, cuando uno ha visto el horror con sus propios ojos, estos se niegan a existir, se quedan allí porque sí, cada noche siento cómo luchan por escapar de mi rostro, si pudieran hace mucho hubieran huido. Ter estado no campo de concentraçao não vai-se do cerêbro, não vai-se jamais, nunca pode-se esquecer.


El Fado… la propia Amalía una vez lo definió de este modo: “Amor, celos, ceniza y fuego, dolor y pecado. Todo esto existe, todo esto es triste, todo esto es el fado.”


Eu vivi o fogo, as cinzas, o dor, o amor… a minha vida pode-se reduzir a Fado, e assim podería ser mais frumuosa.


En 1939, cuando pensamos que todo iba a pasar y que seguiríamos juntos buscando otro rumbo, otra ciudad, pasó lo inevitable. Los militares nazis entraron a la casa y nos tomaron por la fuerza y nos mandaron en vagones de ganado a Sachsenhausen, un campo de concentración de los creados para separar a las “razas”, fuimos puestos en un mismo cuarto, mujeres y varones, estábamos condenados a encarcelación, trabajos forzados y por último a masacre por ser de “raza inferior”. Nos humillaron, nos maltrataron, y nos dejaron sin nada, como vinimos al mundo para que eventualmente muriéramos de frió, hambre, cansancio, pena, lo que venga primero. A los gemelos y los enanos se los llevaron, para hacerles crueles investigaciones seudo médicas. Si por la falta de comida o por los trabajos forzados quedabas incapacitado de alguna manera, eras fusilado, estaba todo preparado para que muriésemos todos, los trabajos eran absurdos: transportar piedras inmensas por escalones interminables hacia un lugar baldío y luego volverles a transportar, sin comida, sin agua, moriríamos de todos modos, el frío nos calaba los huesos y por la angustia, en las noches, no podíamos dormir. Éramos más de tres mil personas amontonados, todos juntos, desnudos y sin esperanza. A veces Amara me hablaba del paprikache, el proshime, el saviako, el bokoli, comidas gitanas que hace mucho no probábamos, desde que llegamos a Alemania.


Finalmente, se la llevaron. Amara había contraído una de las enfermedades que permanecían con nosotros a causa del hacinamiento y la falta de condiciones higiénicas, le dio… no lo sé…se fue consumiendo, supongo que también fue la pena, los gitanos no podemos estar encerrados, nuestro mayor tesoro es la libertad, ella se enfermó, los guardias la sacaron al patio y vi cómo le prendían fuego. Ardió ante mis ojos y en mi afán por salvarla destruí con lo último que me quedaba de fuerza, los tubos que estaban por encima de la pared, mis compañeros me siguieron y salimos a darle batalla a los guardias que solo atinaron a dispararnos. No conseguí salvarla.


Sàsa vi man bari familjaMudardás la i Kali LègiaSaren chindás vi Rromen vi RromenMaskar lenoe vi tikne chavorren
A Rromalen, A chavalen
También yo tenía una gran familiafue asesinada por la Legión Negrahombres y mujeres fueron descuartizadosentre ellos también niños pequeños
¡Ay romà, ay muchachos!


Corrí, corrí lo más que pude, salté la cerca y seguí corriendo sintiendo a mi alrededor las balas que no llegaban a alcanzarme. Corrí. Me detuve en Glashütte y me di cuenta que éramos cinco los que logramos escapar, juntos buscamos ropa, había una casa en la que nos refugiamos, al parecer sus habitantes también habían sido llevados prisioneros, estaba completamente desbaratada. En ese lugar lloré toda la noche a Amara y deseé nunca haber emprendido el viaje desde Alenquer. Me odié por haberla raptado y me odié por amarla tanto. Ya que no pude seguir los ritos funerales, como quemar sus pertenencias u ofrecer una Pomana[6] dejé un mechón de mi cabello en el patio de esa casa que nos refugió por un tiempo, yo soy parte de ella así que como no pude enterrarle, me enterré a mí mismo.


No se llevó nada.


Acostumbramos poner en la tumba de nuestros difuntos una moneda, para que pueda pagar o canoeiro a travesia do grande rio que separa a vida da morte.


Ella no se llevó nada.


Nos escondimos en diversos lugares y tuvimos que hacer miles de malabares para sobrevivir, al finalizar la guerra nos refugiamos en Alemanía occidental, en Hannover, donde los gitanos encontramos mayor comprensión, el gobierno empezó a crear medidas que facilitaban nuestra asimilación.


Putar Dvla te kale udaraTe saj dikhav kaj si me manusaPalem ka gav lungone dromençarTa ka phirav baxtale Rromençar
A Rromalen, A chavalen
Abre, Dios, las negras puertasque pueda ver dónde está mi gente.Volveré a recorrer los caminiosy caminaré con afortunados calós
¡Ay romà, ay muchachos!


Ahora soltamos globos azules y verdes que se alzan al cielo buscando que los deseos de los gitanos: libertad, salud y un mundo de cambios lleguen a los oídos de Daenna, nuestra madre y de Santa Sara, la virgen negra que se alegren con nosotros y nos guarden, luego arrojamos nuestras ofrendas al Río.


Opre Rroma isi vaxt akanaAjde mançar sa lumáqe RromaO kalo muj ta e kale jakhaKamàva len sar e kale drakha
A Rromalen, A chavalen
¡Arriba Gitanos! Ahora es el momentoVenid conmigo los romà del mundoLa cara morena y los ojos oscurosme gustan tanto como las uvas negras¡Ay romà, ay muchachos!


Amara, ahora ves el Tajo cubierto de colores y de velas. Fuego que va al mar, que se deja llevar por el río, como nosotros que nos dejamos llevar por el camino, fuego que recuerda a nuestros hermanos, a nuestros amores perdidos en el holocausto. Dejo caer el girasol que te traje mientras canto en voz alta nuestro himno… A Rromalen, A chavales!... y con orgullo, doy gracias a dios por ser gitano.


[1] Alenquer, ciudad de Lisboa – Portugal , conocida también como Villa Presépio (Villa Precipicio)
[2] En lengua Romaní, idioma oficial de los gitanos: término con el que se designa a un no gitano.
[3] Mi violín tiene dos camaradas / que me sorben la médula / amor y sed se llaman / y me acompañan a mí, músico…
[4] En alemán: “maldito seas, gitano sucio”
[5] En Romaní: comida.
[6] Banquete que se brinda a los familiares y amigos en nombre del difunto para festejar su paso al otro mundo.

jueves, 6 de agosto de 2009

sobre el proyecto


Al estar todo el mes sin la comodidad del ordenador en casa no se me hizo cómodo venir todos los días a escribir algo en el blog sobre el avance del proyecto, por lo que cuando estuvo "listo" lo subí a la página... ahora es un buen momento para rememorar.


La abuela siempre dijo que eramos gitanos... la abuela nos enseñó a sentir más allá de la piel, a estar más atentas al mundo físico y espiritual, ahora que no está la abuela y debido a los continuos cambios de residencia que experimentamos en estos dos últimos años, cuando busqué tema para el proyecto se me ocurrió la vida de un gitano. La ceremonia del Rio, la muerte, los viajes y los sueños, me llevaron a escribir este cuento que aún no tiene nombre y aún no está completo...


Lo primero que hice fue buscar entre los libros que trajimos de casa y encontré las notas que tenía mi hermana sobre los gitanos de Portugal, de los cuales descendemos, según la abuela, y empecé a pensar qué quería contar, siempre me llamó la atención la muerte y las distintas formas de entenderla por eso lo que quiero redondear en el cuento es la visión de la muerte que tienen los gitanos.


El libro que usé de referencia es Los Gitanos de J.P. Clébert, fragmentos de Gitanos Para su bien o mal de Jorge Nedich y Fragmentos de El aliento negro de los Romanies, del mismo autor, del cual también conseguí notas periodísticas e investigaciones sobre los gitanos.

El libro de Clébert tiene la visión más contraría a la romántica que postula mi cuento, contiene todos los males que se le puede achacar a los gitanos, todos los vicios.

Creo que empezó a ponerse romántico y melancólico, antes que tétrico, porque lo escribí escuchando fados y de hecho algo se coló.


Adonay es un hombre que sobrevivió al Holocausto, en el momento del cuento tiene 65 años por lo que divaga un poco y habla en presente y pasado. Se habla a sí mismo, pero al final del cuento se dirige a Amara, su novia de toda la vida, a la que perdió en el campo de concentración.


El territorio que escogí fue China Japon, por el contraste de las culturas, la gitana y la occidental, ý en el caso particular, la visión que tienen los Nazis de lo Gitanos y viseversa. Y también el de los Mitos por el héroe que viaja y supera dificultades.


Ahora estoy en la última étapa, en la que redondedeo lo escrito gracias a los comentarios de Romi y de Emilia y los consejos de la Profe Claudia.